jueves, 12 de agosto de 2010

El Cabildo de la Ciudad de Buenos Aires fue testigo y protagonista de los pasos dados por los revolucionarios para lograr la emancipación de la tutela española. Manuel Belgrano en su Autobiografía nos dice: “...habiendo salido por algunos días al campo, en el mes de mayo, me mandaron a llamar mis amigos de Buenos Aires, diciéndome que era llegado el caso de trabajar por la patria para adquirir la libertad e independencia deseada, volé a presentarme y hacer cuanto estuviera a mis alcances: había llegado la noticia de la entrada de los franceses en Andalucía y la disolución de la Junta Central; éste era el caso que se había ofrecido a cooperar en nuestras miras el comandante Saavedra.” Belgrano confirma la adhesión de Saavedra, quien había optado por esperar la circunstancia propicia. En su Memoria autógrafa, Cornelio Saavedra, relata los hechos que precedieron a la convocatoria al Cabildo Abierto del 22 de mayo. “El día 20 se nos citó por el sargento mayor de la plaza para que a las siete de la noche estuviésemos todos en la fortaleza...Viendo que mis compañeros callaban yo fui el que dijo a S.A.: ‘Señor, son muy diversas las épocas del 1º de enero de 1809 y la de mayo de 1810, en que nos hallamos. En aquella existía la España, aunque ya invadida por Napoleón; en ésta, toda ella, todas sus provincias y plazas están subyugadas por aquel conquistador, excepto solo Cádiz y la isla de León, como nos aseguran las gacetas que acaban de venir y V.E. en su proclama de ayer. ¿Y qué señor? -¿Cádiz y la isla de León son España? ¿Este territorio inmenso, sus millones de habitantes, han de reconocer la soberanía en los comerciantes de Cádiz y la isla de León que son una parte de una de las provincias de Andalucía? -No, señor; no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses: hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos, ya no existe; de consiguiente tampoco V.E. la tiene ya, así es que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella’. Esto mismo sostuvieron todos mis compañeros. Con este desengaño concluyó diciendo: ‘Pues, señores, se hará el cabildo abierto que se solicita’.”

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