jueves, 12 de agosto de 2010

Las pretensiones del edificio eran bien modestas: una amplia sala capitular, cuartos para los ediles y algunos pocos calabozos destinados a albergar a los pocos malhechores que se suponía merodeaban por calles y quintas. Pero les falló el cálculo, porque bien pronto los aguaciles tuviero que utilizar la Sala Capitular como Cárcel Pública. Esto determinó que el Cuerpo Municipal tuviera que retornar al Fuerte. Mientras, en 1614, era nombrado alarife oficial del Cabildo, Bacho de Filicaya, un marino con conocimientos en albañilería llegado a Buenos Aires en 1611 como maestro del pasaje "Nuestra Señora de los Ángeles".

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